GUS MORNINS 10/9/19
“Seamos
sinceros. De los Diez de Hollywood, sólo dos o tres tenían verdadero talento. Y
el mejor de todos ellos era Dalton Trumbo” Billy
Wilder
Aunque quizá suene un
poco tópico y típico, hoy vamos a homenajear a ese guionista de guionistas que
se llamó Dalton Trumbo, puesto que hoy se cumplen treinta y tres años de su
fallecimiento. Dalton Trumbo, uno de los hombres más inteligentes de Hollywood,
nació en Montrose, estado de Colorado, y asistió con unas notas inmejorables al
Instituto. De allí, pasó a la Universidad de Colorado, donde se graduó en
periodismo. Actualmente, la fuente central del campus de la propia universidad
lleva el nombre de Dalton Trumbo Fountain.
Comenzó a foguearse como articulista de plantilla para la revista Vogue y comenzó a escribir historias
cortas que se publicaron en diversas revistas, como la propia Vogue y Vanity Fair. En 1930, publicó su primera novela, Eclipse, una especie de ajuste de
cuentas con Colorado y sus gentes, a las que siempre aborreció porque sintió
que hicieron fracasar a su padre, propietario de una zapatería.
Cuatro años después, la
Warner Brothers contrató a Dalton Trumbo como lector de guiones, es decir, leía
todos los guiones que llegaban a la productora y hacía un pequeño resumen en el
que tenía que incluir si merecía la pena tenerse en consideración para un
posible rodaje o no. Tanto leer guiones hizo que aprendiera rápido y dos años
más tarde, en 1936, firmó un contrato como guionista de películas de serie B
para la Warner. Ese mismo año, su nombre aparece por primera vez en pantalla en
una película titulada Road Gang, un
melodrama carcelario en donde se persigue a dos periodistas que se han atrevido
a divulgar la corrupción de dos jueces que, con la ley en la mano, les hacen la
vida imposible y les encierran en la cárcel más difícil del país. El dinero de
este crédito fue suficiente como para pedir la mano a una de las secretarias de
producción, Cleo Fincher, que aceptó y fue su mujer el resto de su vida.
Trumbo estuvo
trabajando con guiones para la serie B durante unos cuantos años. Hasta que en
1940 dio con una historia que le hizo dar un salto cualitativo muy importante.
Se trataba de conseguir una trama suficientemente dramática como para quitar a
Ginger Rogers la etiqueta de “actriz y bailarina de musicales” y proporcionarle
suficiente lucimiento como para que comenzara su carrera dramática. Lo
consiguió con una maravillosa película titulada Espejismo de amor. Dalton Trumbo consiguió aquí su primera
nominación al Oscar y consiguió que Ginger Rogers no sólo ganara el suyo, sino
que fuera tomada en serio en sus aspiraciones dramáticas.
A partir de aquí,
Trumbo se convierte en uno de los guionistas más reputados de Hollywood. Suyos
son los guiones de Dos en el cielo,
la primera (y mejor) versión del Always,
de Steven Spielberg; o esa estupenda película bélica que es Treinta segundos sobre Tokyo, sobre la
expedición del Coronel Doolittle en el bombardeo sobre Tokyo como represalia
del de Pearl Harbor consiguiendo algo que parecía imposible debido a la distancia.
Después de escribir una película excelente para Edward G. Robinson, que llevó
por título El sol sale mañana, sobre
la apacible vida en una localidad de Wisconsin, entre granjas y periódicos
mientras que, por contraste, la guerra se va llevando a los jóvenes, Dalton
Trumbo es citado ante el Comité de Actividades Antiamericanas en 1947 para
declarar sobre su pertenencia al Partido Comunista. Él se declara izquierdista,
pero se niega a dar nombres de sus compañeros. Como ciudadano que se resiste a colaborar
con un Comité del Senado de los Estados Unidos, es juzgado y sentenciado a una
pena de prisión de once meses, aparte de, por supuesto, ser incluido en las
listas negras, lo cual significaba que ningún productor de cine podía darle
trabajo.
Cuando Trumbo salió de
la cárcel decidió burlarse de todo y de todos y trasladó su residencia a
Méjico. Allí, en una casa más o menos espaciosa, montó un despacho con cinco
teléfonos distintos. Sus hijos atendían las llamadas, él escribía los guiones a
mitad de precio y enviaba un mensajero con los manuscritos. Los guiones iban
firmados con seudónimo o, bien, se ponía de acuerdo con algún guionista amigo
para que se llevara los créditos a cambio del cincuenta por ciento del salario.
Con este sistema, Dalton Trumbo publicó y consiguió rodar varios de sus
guiones. El primero de ellos fue la extraordinaria El demonio de las armas, la historia de unos delincuentes juveniles
(inspirados en Bonnie y Clyde) que fue acreditada al guionista Millard Kaufman.
Siguieron otros proyectos, muy de serie B, como es el caso de Cohete K-1, acreditada a su director,
Kurt Neumann, sobre un astronauta que se sale de su rumbo hacia la Luna y acaba
perdido en Marte. Luego está la gran obra maestra que es El merodeador, de Joseph Losey (la última película que hizo este
director en Estados Unidos antes de emprender el exilio en Gran Bretaña para
evitar la citación del Comité), acreditada al guionista Hans Wilhelm. La
estupenda Yo amé a un asesino, que
fue acreditada a Guy Endore que fue el autor de aquella maravillosa película de
Otto Preminger titulada Vorágine.
En 1951, Dalton Trumbo
convenció a su amigo Ian McLellan Hunter para que presentara en los estudios un
guión con un título horrible: La princesa
y el periodista. McLellan Hunter confesó años más tarde que entregó todo el
salario a Trumbo y que lo único que hizo él fue cambiar el título por el de Vacaciones en Roma. Poco más hay que
decir salvo que McLellan Hunter recogió un Oscar al mejor guión original que
debía pertenecer a Dalton Trumbo. McLellan Hunter fue a casa de Trumbo a Méjico
para entregárselo, pero éste rehusó aceptarlo. Años después, la Academia reparó
su error y entregó el Oscar al mejor guión del año 1951 a la mujer de Trumbo,
Cleo, dado que éste ya había fallecido.
Más guiones. Ahí está La corte marcial de Billy Mitchell, de
Otto Preminger, atribuido a Milton Sperling. Y la idea para una pequeñísima
película sobre la relación de un niño con un toro de lidia en Méjico titulada El bravo y que Trumbo envió bajo el
seudónimo de Robert Rich. Sorpresivamente, el guión fue nominado al Oscar y
Trumbo volvió a ganarlo. Todos en el salón de actos se preguntaron quién era el
tal Robert Rich que no aparecía por ningún lado. Éste sí, cuando ya pasaron las
listas negras, se le entregó a Trumbo cuando aún estaba vivo, un par de años
antes de su fallecimiento.
Kirk Douglas, productor
de Espartaco, le llevó un guión
previamente escrito y que había firmado Howard Fast, autor de la novela en la
que se basa la historia. El guión no poseía ninguna claridad y era poco más que
un largo y pesado discurso político. Douglas prometió a Trumbo que su nombre
aparecía en los créditos. Casi al mismo tiempo (incluso un poco antes), Otto
Preminger le había prometido lo mismo si adaptaba la novela de Leon Uris Éxodo. Este extremo está totalmente
confirmado. Preminger fue el primero, pero el primero en estrenar fue Douglas.
Todo el mundo temía la reacción de las autoridades cuando el nombre de Dalton
Trumbo apareciera en los maravillosos títulos de crédito de Espartaco y la reacción fue…ninguna. No
pasó nada. Hubo cierta polémica sobre la naturaleza del guión (una parábola
sobre la lucha sindical) que se zanjó en el mismo momento en que el Presidente
John Kennedy decidió asistir a una proyección pública de la película desafiando
los piquetes. Espartaco había acabado
con las listas negras.
Con la libertad y el
salario restituido, Trumbo comenzó a escribir una serie de maravillosos y
atrevidos guiones como El último
atardecer, un western atípico con
Kirk Douglas que ponía en juego, incluso, un incesto. Los valientes andan solos, una estupenda película sobre un vaquero
contemporáneo incapaz de adaptarse a la civilización. El propio Douglas dice
que es su película favorita y habla de ella como “una estupenda película que apenas dio dinero”. Al lado de Douglas
estaban Walter Matthau y Gena Rowlands. Castillos
en la arena, de Vincente Minnelli, o la relación prohibida entre un pastor
protestante y una pintora liberada, encarnados por Richard Burton y Elizabeth
Taylor. Hawai, impresionante retrato
de la represión religiosa en los nativos por parte de los protestantes, con Max
Von Sydow y Julie Andrews. La notable El
hombre de Kiev, de John Frankenheimer, con Alan Bates y Dirk Bogarde, sobre
un hombre acusado de un crimen que no cometió en la Rusia zarista.
Por supuesto, Trumbo
tenía que dirigir alguna película, aunque lo hizo de forma forzada. Años antes
había publicado su novela Johnny cogió su
fusil y siempre soñó con que la dirigiera Luis Buñuel. Estuvo a punto de
convencerle, pero el ilustre aragonés rehusó poco antes de comenzar el rodaje
alegando un agravamiento de su sordera. Sin más solución, Trumbo cogió las
riendas y dirigió su propia historia realizando uno de los más estremecedores
alegatos antibélicos de la historia del cine. Una película que te deja con la
piel en carne viva, pidiendo un S.O.S. para la propia moral. Extraordinaria,
impresionante y sobrecogedora.
Su carrera terminó con
dos espléndidos guiones. Uno de ellos fue el de Papillón, de Franklin Schaffner, con esos dos monstruos llamados
Steve McQueen y Dustin Hoffman, un esfuerzo titánico por adaptar la larga
novela de Henri Charriere que fue extraordinariamente bien localizada y
decorada por nuestro Gil Parrondo. El otro fue Acción ejecutiva, una descripción del complot para asesinar a John
Kennedy por parte de los servicios de inteligencia, políticos de ultraderecha,
hombres de negocios sin escrúpulos y asesinos profesionales que, alarmados por
las políticas de Kennedy en cuanto a racismo, Vietnam y petróleo, deciden
emprender una “acción ejecutiva” por todo ello y culpar del magnicidio a un
tipo relacionado con la CIA llamado Lee Harvey Oswald. La película se centra
más en la conspiración que en otra cosa y Trumbo la escribe basándose en datos
y pruebas reunidos por la investigación policial. En el reparto, nombres muy
importantes, como Burt Lancaster, Robert Ryan o Will Geer, el viejo abuelo
Walton.
En 1975, Dalton Trumbo
fallece de un repentino e inesperado ataque al corazón. Con él se fue, no sólo
el más talentoso de los Diez de Hollywood, como bien dijo Billy Wilder, sino
también un símbolo de rebeldía y de ejemplo para todos aquellos que deciden
seguir sus ideas hasta las últimas consecuencias.
En el apartado de
anécdotas, os puedo contar que hay una obra de teatro con su nombre, Trumbo, escrita por su hijo Christopher
Trumbo. El papel del guionista lo interpretó Nathan Lane estando varias
temporadas en cartel y variando el actor, pasando a Chris Cooper y Murray
Abraham.
El productor y
guionista James Kevin McGuinnes, conocido derechista del sindicato de
guionistas, reconoció que Dalton Trumbo era un guionista fantástico a pesar de
que sabía que era miembro del Partido Comunista y, de hecho, le dio luz verde
para producir dos guiones suyos. Uno fue Dos
en el cielo, y el otro Treinta
segundos sobre Tokyo.
En 1979, cuatro años
después de su muerte, se publicó una interesantísima novela suya llamada La noche de los aurocs. Narrada de forma
epistolar, la novela describe al Comandante Nazi jefe del campo de exterminio
de Auschwitz y una serie de cartas que escribe en las que cuestiona la política
nazi y la compara con la que intentó llevar a cabo la Confederación de los
Estados Unidos de América, que también deseaban una sociedad esclavista con una
pureza de raza como objetivo.
Supongo que habréis
visto la película Trumbo, en la que
Bryan Cranston interpreta al guionista.
Era fumador compulsivo
y ya se le había diagnosticado un cáncer linfático cuando falleció del ataque
al corazón. Según Kirk Douglas, Trumbo se fumaba seis paquetes de cigarrillos
diarios.
Para concluir, quizá no
haya mejores palabras que las que pronunció su gran amigo y guionista, Ring
Lardner Jr. (que hizo, por ejemplo, La
mujer del año, MASH o El rey del juego) en su funeral: “De vez en cuando, entre nosotros aparece
una persona de virtudes tan evidentes, que es capaz de contar toda clase de
avatares humanos, al que no le importa subordinar su propio ego al bienestar de
los demás, que vive en armonía con sus vecinos, compañeros y amigos que es
querido y amado por todos aquellos que lo conocieron. No ha habido muchos
hombres como Dalton Trumbo.”
Os dejo con esta
impresionante escena de Espartaco
que, creo, resume perfectamente la forma de pensar de Dalton Trumbo. Si no os
emocionáis, es que no tenéis corazón.
Y como mosaico, como no
podía ser menos, os dejo a este grandísimo guionista.
Comentarios
Ya sabes cuánto me gusta Espartaco, es de esas pelis que suelen poner una vez al año por tv y siempre me engancho a verla. Esa escena me emociona siempre, igual que la escena final.
Un placer de gus.
low
De hecho la cita de Ring Lardner Jr que incluyes no es tan apreciable en la película : "...al que no le importa subordinar su propio ego al bienestar de los demás, que vive en armonía con sus vecinos, compañeros y amigos que es querido y amado por todos aquellos que lo conocieron". En el film se las tiene tiesas con unos cuantos, por no hablar de que supeditaba a su familia a la lucha que mantenía por sus ideales, obligandoles en cierta forma a participar de su enfrentamiento.
No obstante, e incluso así es una personalidad admirable y, tristemente, irrepetible.
Abrazos fumando uno tras otro.