GUS MORNINS 24/5/22

 "No me quejo de mi trabajo. Me encanta hacer películas. Me encanta trabajar en equipo. Además, viajas a los lugares más maravillosos. Es una vida privilegiada en ese sentido. Y vives ocho vidas diferentes mientras haces una película. Doce horas al día durante seis, ocho o diez semanas. Todo tu trabajo consiste en fingir que eres otro. Y eso es muy estimulante. Sólo que, cuando voy al cine a ver una película que he dejado pasar por la razón que sea, me enfado porque siempre me hubiera gustado hacerla en vista de los resultados".                                                                             Kristin Scott Thomas

Para variar, vamos a homenajear a alguien vivo. En esta ocasión a esta actriz que tal día como hoy nació hace sesenta y dos años. Felicidades, Kris. A mí me parece una excelente actriz que no siempre acierta con los papeles que elige, que se ha movido con igual soltura en el terreno comercial como en el de autor y que, además, me parece que posee un atractivo muy especial. No es que me guste. No es que me parezca la más guapa entre las guapas. Sólo me parece muy atractiva.

Nació en la costa de Cornualles aunque desde hace ya unos cuantos años, haya fijado su residencia en Francia. En cuanto a esto hay que contar una historia muy curiosa. Con dieciocho años, allá por finales de los setenta, Kristin hizo unas pruebas para entrar en la escuela de interpretación más cercana a su casa. La prueba fue nefasta y la examinadora le dijo que mejor se dedicara a ser niñera porque en el mundo de la interpretación no tenía nada que hacer. Kristin,siempre muy decidida, decidió aprender francés, mudarse a Francia y trabajar como niñera y, de paso, tratar de hacer todas las pruebas que pudiera para hacerse actriz.

Después de debutar en la serie francesa Maigret, con veinticuatro años, consigue un papel para la miniserie La hija de Mistral, al lado de Stacy Keach y Lee Remick. La crítica ya se fija en ella en esa ocasión. Eso hace que Prince se fije en ella y le ofrezca un papel en la película que iba a ser dirigida por él mismo en Under the cherry moon, una de esas excentricidades sobre dos hermanos convictos que quieren ser estrellas del rock.

Donde brilla realmente por primera vez es en la adaptación del relato de Evelyn Waugh Un puñado de polvo, una de esas estiradas producciones inglesas donde Kristin, sin apenas experiencia, pues sólo lleva tres películas a las espaldas, la miniserie y la invitación para intervenir en dos episodios aislados de otras dos series, se hace con el papel protagonista de una adúltera en una familia en plena descomposición.

Kristin va de producción francesa a producción inglesa y vuelta a Francia, sin destacar demasiado porque las películas no son excesivamente comerciales. Hasta que Roman Polanski la llama para encarnar el segundo papel femenino de esa fábula obsesiva y no del todo conseguida que es Lunas de hiel Es verdad que ella protagoniza la mejor escena de la película con ese baile sensual que se marca en plena pista con Emmanuelle Segnier.

A partir de ahí, a Kristin le llueven los papeles. Es la amiga un tanto insidiosa del protagonista de Cuatro bodas y  un funeral, bombazo inglés que se convierte en uno de los mayores éxitos de la temporada. Interviene brevemente en el prólogo de Misión imposible, de Brian de Palma. Y consigue una nominación al Oscar a la mejor actriz por su trabajo en una historia de amor que siempre me ha gustado mucho como es El paciente inglés al lado de Ralph Fiennes.

Robert Redford la llama para su película El hombre que susurraba a los caballos y Sidney Pollack también la requiere para una de sus películas más desafortunadas, Caprichos del destino junto a Harrison Ford. Forma parte del multiestelar reparto de una película muy reconocida, pero que a mí me parece sencillamente insoportable como es Gosford Park. A partir de ese momento, a Kristin le entra una cierta alergia por los taquillazos y se decanta por la elección de papeles en películas bastante minoritarias y va espaciando cada vez más sus apariciones.

De esta etapa, a destacar No se lo digas a nadie, de Guillaume Canet, un policíaco interesante, o En la casa, de François Ozon, adaptación del relato de Juan Mayorga El chico de la última fila. También realiza un papel de madre dominadora y terrible en Sólo Dios perdona, de Nicolas Winding Refn y da un par de lecciones como la sufrida esposa de Winston Churchill en la más que aceptable El instante más oscuro. Recientemente ha protagonizado una película que merece la pena porque es bonita de ver y agradable de escuchar que se llama ¡Que no pare la música! en la piel de la mujer de un militar que, mientras los maridos están de destino en Afganistán, decide formar un coro dentro de la base en la que viven. Muy curiosa. También como curiosidad ha sido la encargada de revivir a la diabólica Señora Danvers en la nueva versión de Rebeca, tan prescindible como mala.

Es discreta, atractiva, llena de talento, versátil, única. Una chica difícil de repetir.

En el apartado de anécdotas,os diré que es madre de tres hijos con un médico del que se divorció en 2005.

Es dama del imperio británico,  y, por si fuera poco, es poseedora de la Legión de Honor francesa.

Se considera a sí misma más francesa que británica.

Su francés es perfecto.

Considera que su trabajo en Solo Dios perdona es profundamente inquietante y difícil de ver.

Posee el premio Laurence Olivier a la mejor interpretación femenina de teatro por su interpretación en La gaviota de Anton Chejov.

Como vídeo os dejo una minientrevista de TCM en la que habla sobre su trabajo en El paciente inglés.


Y como mosaico os dejo con una foto con su gran amigo Ralph Fiennes, con el que ha coincidido ya en tres películas.



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