GUS MORNINS 15/6/21
“Cuando
canto, lo hago con los ojos cerrados. Toda mi mente se concentra para ello. Y
cualquier ruidito me puede fastidiar la grabación”. Ella
Fitzgerald
Curiosamente, la que ha
sido la mejor cantante de jazz de todos los tiempos ha sido muy poco
aprovechada para el cine. El gus no podía imitar al cine en esto, así que vamos
a hablar un poquito de esta pedazo de artista que hoy hace exactamente
veintinco años que nos dejó.
El caso de Ella
Fitzgerald fue muy particular. Fue una auténtica estrella de la música sin
tener apenas formación musical. Vino de una familia muy pobre y se crió en
Yonkers. Su madre murió de un atropello cuando ella era prácticamente una niña.
Su padrastro la dejó al cuidado de una tía que, finalmente, la abandonó en un
hospicio a los diecisiete años.
Sin embargo, Ella tenía
una virtud. Le encantaba cantar. Tanto es así que, con diecisiete años, aún
dentro del hospicio, se escapó una tarde para participar en el concurso Amateur Night Show en el Harlem Apollo
Theatre de Nueva York. Ni que decirlo tiene. Arrasó. La banda de Tiny Bradshaw
le ofreció un contrato que abandonó inmediatamente gracias al grandioso
saxofonista Benny Carter, que la había oído cantar aquella noche y la recomendó
para entrar en la orquesta de Chick Webb.
En 1938, dos años
después, Ella Fitzgerald consiguió el número uno de ventas en discos al lado de
la orquesta de Chick Webb con A tisket a
tasket. Tanto es así que el propio Chick Webb fallece de tuberculosis ósea
un año después y ella mantiene unida la banda bajo el nombre de Ella Fitzgerald
and her famous Orchestra, que duró dos años más.
En 1941, disuelve la
formación y se une a la gira que el gran Dizzy Gillespie está haciendo por
Estados Unidos. Es aquí donde la voz de Ella Fitzgerald se dispara por su inmensa
capacidad de improvisación con ese estilo que se llamó scat. Hasta el final de la guerra, Ella va encadenando un éxito con
otro y se casa con el bajista Ray Brown, uno de los mejores. Es en este momento
cuando el cine comienza a girar alrededor de Ella.
Interviene al lado de
Bud Abbott y Lou Costello en la comedia Galopa,
muchacho y obtiene un papel de cierta importancia en El blues de Pete Kelly dirigida e interpretada por Jack Webb con
Janet Leigh y Edmond O´Brien. La película no está nada mal intentando describir
la ascensión y caída de una banda de jazz llevada por la ambición de su líder,
pero también revela una realidad. Ella Fitzgerald no resulta nada natural en
escena. Aún interviene episódicamente en St.
Louis Blues, la historia del mítico W.C. Handy, autor de la canción que da
título a la película, con otras estrellas como Cab Calloway y con Nat King Cole
en el papel protagonista, y en Que nadie
escriba mi epitafio, una especie de secuela de aquella película de Bogart
llamada Llamad a cualquier puerta,
con Burl Ives y Shelley Winters.
Mientras tanto, Ella
Fitzgerald se aúpa como la primera dama del jazz grabando con las mejores
bandas. Ahí están sus colaboraciones con Duke Ellington, con Count Basie o con
Louis Armstrong haciendo, también, una extraordinaria e incunable colección de songbooks con todo el repertorio
jazzístico de grandes compositores como Cole Porter, George Gershwin, Johnny
Mercer o Rodgers y Hammerstein.
En los setenta, en
plena época del pop, Ella tiene un resurgimiento extraordinario a través de sus
grabaciones con Count Basie, Joe Pass y el gran Oscar Peterson.
A lo largo de su
carrera, Ella Fitzgerald fue galardonada nada menos que con catorce premios
Grammy, además de ser miembro del Lincoln Center, tener la Medalla Nacional del
Arte, la Medalla de la Libertad y el doctorado honorario en música en Harvard.
En 1985, Ella fue
hospitalizada por problemas respiratorios y en 1986 por insuficiencia cardíaca.
En 1990 tuvo un ingreso por agotamiento. Todo ello no eran más que síntomas del
agravamiento de la diabetes que padecía desde pequeña. En 1993 le amputaron
ambas piernas por debajo de la rodilla.
Tres años después,
cansada de médicos y hospitales, dijo que quería ir a casa. Allí estuvo, en el
patio trasero, sobre la silla de ruedas, de su casa de Beverly Hills. “Sólo quiero oler el aire, escuchar a los
pájaros y escuchar reír a mi nieta”.
En su último día fue
llevada fuera por última vez y estuvo allí durante una hora. Cuando se la
llevaron, Ella tenía una sonrisa en el rostro y dijo: “Estoy lista para irme ahora”. Murió a los pocos minutos, a la edad
de 79 años.
Como vídeo, como no
podía ser menos os dejo con una actuación de ella. 30 de enero de 1966, en
Milán. Ella con Duke. La canción es Cottontail.
Y es una demostración de lo que es un scat.
Y como mosaico, ahí os
la dejo, al lado de Louis Armstrong en las sesiones de grabación de su mítico Porgy and Bess.
Comentarios
También comentaban que su matrimonio con Ray Brown duró poco más de 5 años, pero siempre mantuvieron buena relación, tanto es así que Brown participó en la grabación de alguno de los discos de Ella junto al genial trompetista.
Grande Ella, y tienes razón, merece un tributo. Que no sólo ed cine vive el gus...bueno en este caso vive gracias a ti. espero volver pronto...creo que lo conseguiré.
Abrazos entonados.