GUS MORNINS 20/4/21
“En
el interior de Mario Camus existen pequeños detalles que son verdaderos
universos para el resto de nosotros” Antonio Valero, actor.
Pues hoy vamos a hablar
de Mario Camus, uno de los mejores directores de nuestra cinematografía que
cumple la venerable edad de ochenta y seis años y que sean muchos más, maestro.
Además recibió el Premio Cinemasmusic el mismo día que yo y me apetece mucho
rendirle un pequeño homenaje.
Nace en Santander y se
decide a estudiar Derecho aunque él, desde siempre, quiso hacer cine. Se dio la
circunstancia de que, para entrar en el entonces denominado Instituto de
Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, como se llamaba entonces, te
exigían la licenciatura en otra carrera, así que, con su diploma de abogado
bajo el brazo, Mario entra en la Escuela Oficial de Cine para formar parte, con
su graduación, en lo que se dio en llamar Nuevo
Cine Español con otros ilustres estudiantes de primeros de los sesenta como
Basilio Martín Patino, Manuel Summers, Miguel Picazo, José Luis Borau o Carlos
Saura.
No cabe duda de que si
hay que buscar un denominador más o menos común en la obra de Mario Camus es en
su admiración por el tesoro literario español y su habilidad para trasladar los
universos de los más diversos escritores al cine, sin dejar nunca de respetar,
al menos, su espíritu.
Comienza su andadura
cinematográfica con Los farsantes,
radiografía de una compañía de teatro de mala muerte que viaja de pueblo en
pueblo en una destartalada camioneta tratando de buscarse el sustento, huyendo
de los acreedores y siempre con el sueño presente de que, quizá, en el próximo
pueblo consigan algo positivo. Ya es su primera adaptación literaria porque es
una novela de Daniel Sueiro, pero Camus aún está aprendiendo, todavía no es ese
cineasta sólido que se va a convertir en el que es, posiblemente, el director
más galardonado en la historia del cine español.
Realiza la que es la
mejor aproximación al boxeo del cine patrio con Young Sánchez, basada en una novela de Ignacio Aldecoa, sobre cómo
un chico que sólo quiere boxear cae en las garras de toda una red de intereses
creados y en la crueldad de su propio manager, con Julián Mateos en el papel
protagonista.
Se atreve con una
historia profundamente personal como es Muere
una mujer, con Alberto Closas investigando las circunstancias de la muerte
de su propia esposa para llegar a la conclusión de que él ha tenido gran parte
de culpa. La película, ni mucho menos, es redonda, pero ya tiene algo de
enjundia porque el argumento, en sí mismo, no es simplemente el de una trama
que trata de sobrevivir, sino también, de pensar.
Otra vez con Alberto
Closas y la compañía impagable de José Luis López Vázquez, se adentra por
primera vez en la comedia con La visita
que no tocó el timbre, basada en la obra teatral de Joaquín Calvo Sotelo.
La pareja de hermanos solteros que deben hacerse cargo de un bebé de buenas a
primeras revela un buen pulso por parte de Camus.
Apuesta fuerte con la
adaptación de otra novela de Ignacio Aldecoa, Con el viento solano, en la que, milgarosamente, convence a Imperio
Argentino para volver al cine después de muchos años de retiro. La historia de
una gitana que trata de llevar una vida honesta y que el destino se empeña en
torcer no deja de tocar algún que otro tema polémico porque se introduce un
elemento de racismo que no debió de hacer ninguna gracia. La película fue un
sonoro fracaso que deja en fuera de juego a Mario Camus.
Para seguir en el
circuito, Camus rueda para Raphael Cuando
tú no estás y Al ponerse el sol,
películas alimenticias de las que él mismo reniega, pero que le permiten que
sea tenido en cuenta para otros proyectos cuando llevan rasgos más personales y
conseguir financiación para ellos. Uno de ellos es Volver a vivir, un melodrama en torno al fútbol, deporte del que
Camus es un apasionado, sobre un jugador que ha perdido repentinamente a su
mujer y se halla totalmente destrozado moralmente. El actor que le pega patadas
al balón es Raf Vallone.
Como tampoco pega
fuerte con esta historia de goles y pasiones, vuelve a las fauces del cine más
comercial con otro vehículo para Raphael en Digan
lo que digan y, sin embargo, eso le permite abordar con cierta calidad una
película dramática para Sara Montiel que tiene su gracia, Esa mujer, en la que ella interpreta a una cantante acusada de
asesinato y que debe defenderse en el juicio que la va a condenar revelando una
historia, tal vez, mucho más trágica que el propio asesinato.
Con astucia, cuela una
historia en clave de western que
habla sobre explotadores y trabajadores y a la que no falta sus buenos tiroteos
como es La cólera del viento, con
Terence Hill de protagonista. Y tres años después, tras sus primeras
experiencias en televisión, realiza la mejor adaptación que se haya hecho nunca
de La leyenda del Alcalde de Zalamea,
sobre la obra de Calderón de la Barca con Paco Rabal y Fernando Fernán-Gómez.
Aquí, la historia del enfrentamiento del Alcalde Pedro Crespo con el Capitán
Álvaro Ataide se convierte en un maravilloso tira y afloja entre el poder civil
y militar que también podía tener su lectura en aquel momento, 1973. La
película es excelente y, por fin, se ve al gran Mario Camus que ya está
engrasando sus mejores historias.
Vuelve a su adorado
Ignacio Aldecoa con el melodrama Los
pájaros de Baden-Baden, sobre el amor entre una mujer y un hombre de dudosa
reputación en Madrid. Bajo sus manos, lo que podría ser un romance más o menos
aburrido, se convierte en un cruce de intereses ladinos que pudren la relación
y condena a quien haga falta en base a las habladurías.
Sin embargo, tiene un
bajo importante con su siguiente película como es La joven casada, con Ornella Muti y Pedro Díez del Corral. Lo que
podría ser una denuncia sobre la desigualdad en las relaciones de pareja se
convierte en un melodrama sin demasiada gracia en el que se contrapone la
opinión del marido que cree que su matrimonio ha merecido la pena y su joven
esposa que cree todo lo contrario.
Controvertida resulta Los días del pasado, con Marisol y
Antonio Gades interpretando, sin folclorismo ninguno y ya en democracia, a una
profesora que llega a un pueblo al que, de vez en cuando, llegan los maquis
para aprovisionarse y se enamora de uno de ellos. Aún estaban recientes las
heridas de la dictadura y fue una película que tuvo sus dimes y diretes por
ambos bandos, pero que la propia Marisol creyó que era la mejor que había hecho
nunca.
En 1982, Camus ya sí
que obtiene un éxito resonante e indiscutible con La colmena, adaptación de la novela de Camilo José Cela. Aparte de
lo inadaptable de la novela, un texto hecho a base de pequeños fogonazos sobre
un buen montón de vidas que tratan de sobrevivir en la España de posguerra,
Camus consigue captar todos los ambientes, todas las tristeza y reúne en una
sola película al que es, posiblemente, el mejor reparto de todos los tiempos
con nombres como José Sacristán, Concha Velasco, José Luis López Vázquez,
Rafael Alonso, María Luisa Ponte, Victoria Abril, Ana Belén, Emilio Gutiérrez
Caba, Imanol Arias y un larguísimo etcétera. La película gana, con todo merecimiento,
el Oso de Oro del Festival de Berlín de aquel año y permanece como una de las
mejores adaptaciones literarias que se han hecho nunca en el cine español.
No contento con ello,
dos años después, vuelve con su mejor película. Los santos inocentes, basándose en la novela de Miguel Delibes,
Camus realiza una obra maestra incontestable que no sólo es la mejor película
de su filmografía sino, tal vez, de todo nuestro cine. Las interpretaciones de
Paco Rabal, de Alfredo Landa, de Juan Diego y de Terele Pávez ya han pasado a
la historia. Por supuesto, es de justicia nombrar ese premio de interpretación
masculina en el Festival de Cannes para Rabal y Landa que daría para un libro
entero.
Con todo a su favor,
rebaja pretensiones y realiza una historia propia con La vieja música, sobre un entrenador de baloncesto uruguayo que
llega a Lugo para trabajar, pero esconde otra intención detrás y es la de
reencontrarse con un antiguo amor. Federico Luppi, Antonio Resines, Assumpta
Serna y Miguel Rellán se encargan de poner los rostros. Por supuesto, la gente
esperaba algo más del director que había dado dos obras maestras tan
incontestables y la película es un fracaso.
Intenta repetir jugada
con la adaptación de la obra de Federico García Lorca La casa de Bernarda Alba, con Irene Gutiérrez Caba, Florinda Chico,
Ana Belén, Vicky Peña y Enriqueta Carballeira. Fue muy criticada en la época de
su estreno, pero, sin embargo, el trabajo de Camus es impecable. Preserva letra
y espíritu e insufla una buena bocanada de aire cinematográfico a esta historia
de agonía y encierro que capta a la perfección. Debería ser más valorada.
Adapta la novela de
Juan Luis Cebrían La rusa y, a pesar
de un planteamiento muy interesante, la película naufraga en su propia intriga,
sin dirigirse a ningún punto en concreto. En parte, es bastante posible que sea
porque Camus, en un error clamoroso, apostó por intérpretes extranjeros no
demasiado conocidos en España para darle algo más de realismo a la historia
cuando son personajes españoles que podrían haber sacado adelante cualquiera de
nuestros intérpretes.
Con un parón de cinco
años, realiza una película que no tuvo demasiada repercusión y que, sin
embargo, es muy buena. Se trata de Después
del sueño, con Carmelo Gómez, Antonio Valero y Judit Mascó. El regreso de
un exiliado de Moscú es el punto de partida para la búsqueda de un cuadro que
fue robado. Si bien es lenta en algún tramo, la película es muy interesante,
con una intriga bien ideada y bastante retorcida. Nadie se acuerda ya de ella.
Sombras
en una batalla aún hoy, treinta años después, continúa
siendo el acercamiento más valiente y más objetivo al universo etarra a través
de la historia de una militante de la organización terrorista que vive como
veterinaria en un pueblecito cerca de Portugal. Ella sólo quiere olvidar y
esconderse de su propio pasado, del que se avergüenza, hasta que, por allí,
aparece un antiguo miembro del GAL. Carmen Maura realiza una interpretación
portentosa en esta película.
Con un guión en el que
colabora José Luis Cuerda, Camus se acerca a la intriga con ligeros toques
cómicos en Amor propio, con Verónica
Forqué dándose cuenta de que su marido es un ladrón cuando decide huir con el
dinero de la sucursal bancaria que dirige. La película no tiene mucho éxito,
así que Camus decide adaptar la novela de Félix Bayón, finalista del Premio
Nadal, Adosados, con Antonio Valero y
Ana Duato, una agobiante historia sobre las mentiras en un matrimonio que va
degenerando casi en una historia de terror. Inteligente y sobria, la película de
Camus es, prácticamente, su último éxito.
Realiza El color de las nubes, con un argumento
propio, bienintencionada, con Irene Gutiérrez Caba y otra vez con Antonio
Valero y Ana Duato, sobre los avatares en torno a una casona cántabra que
descubre los intereses de unos y otros; se equivoca de plano con la adaptación
de las aventuras de Juan Mallorquí en La
vuelta de El Coyote, con un improbable José Coronado de protagonista;
apuesta fuerta con La ciudad de los
prodigios, adaptación de la novela de Eduardo Mendoza, con el error de
Olivier Martínez al frente del reparto; toca de nuevo el mundo del terrorismo,
pero con mucho menos acierto, en La playa
de los galgos y se despide del cine, hasta la fecha, con su última película,
también cercana al deporte, en esta ocasión, el ciclismo, en El prado de las estrellas, bastante
aceptable con Álvaro de Luna en la cabecera.
En televisión, Mario
Camus no ha dejado de regalarnos calidad a cada paso. Suyas son Los camioneros, Curro Jiménez, Fortunata y
Jacinta y La forja de un rebelde y
antes he dicho que es uno de los directores más galardonados del cine español.
En su haber está el Premio Nacional de Cinematografía, el Premio de la Quincena
de Realizadores del Festival de Cannes por Sombras
en una batalla, el Goya al mejor guión original por esta misma película, el
Goya de honor, el Premio Miguel Picazo de la Diputación Provincial de Jaén, el
Roel de Honor de la Semana Internacional del Cine de Medina del Campo, el Oso
de Oro del Festival de Berlín por La
colmena, el Premio de la Asociación de la Crítica Europea de Nueva York por
La colmena, el Premio de la
Asociación de Críticos Argentinos por su trabajo en el guión de Roma, un guión suyo que dirigió Adolfo
Aristarain en 2007…
Como vídeo os dejo con
una secuencia de Los santos inocentes
aunque, quizá, esté de más. Todos la conocemos muy bien.
Y como mosaico, ahí le
tenéis, supervisando todo el trabajo.
Comentarios
Mario Camus, todo un maestro del cine. Y nuestro Lobo, todo un maestro a la hora de escribir. Grandes uno y enorme el otro.
Qué decir de la carrera de Camus. Que "Los santos inocentes" es una de las mejores películas de la historia del cine español lo sabemos todos. En nuestra época nos "obligaron" a verla en la EGB, no se si en 7º o en 8º. Lo que parecía iba a ser un rollo de película aburrida se convirtió en una desgarradora historia que nos cautivó a los entonces preadolescentes ignorantes en el mundo del cine (ahora seguimos siendo ignorantes, pero lo de la preadolescencia nos queda lejos ya). Y cada vez que la vuelvo a ver me gusta más. Landa, Tévez, Rabal... vaya interpretaciones.
Abrazos con la milana bonita.
pd: ante todo espero y deseo que todos estéis bien, al igual que vuestros familiares etc. Todo llega a su fin y esta terrible pandemia terminará algún día, ya lo veréis. Fuerza y hacia adelante, siempre hacia adelante. Muxuak denontzat.