GUS MORNINS 13/4/21
“Para
mí dirigir es como tener sexo. Cuando es bueno, es muy bueno. Cuando es malo,
sigue siendo bueno”
Stanley Donen
97 años hubiera
cumplido este grandísimo director hoy, así que vamos a hacerle un pequeño
homenaje en el gus, que bien que lo merece.
Por cierto, antes de
empezar, segunda parte del programa de Buster Keaton el próximo viernes día 16
a las 23,30 en el Canal 24 horas de TVE dentro del programa Secuencias 24. La
primera parte, sorprendentemente, ha recibido estupendas críticas de todo el
mundo. Espero que os gustase.
El caso es que Stanley
Donen decidió hacerse bailarín cuando, con diez años, vio a Fred Astaire en su
primera aparición junto a Ginger Rogers en Volando
hacia Río de Janeiro. El chico se aplicó en los estudios y a la edad de
dieciséis, dos años antes de lo previsto, se había graduado en danza en la
Universidad de Carolina del Sur. Con el diploma bajo el brazo, se fue a
Broadway y, enseguida, consiguió trabajo, a la edad de diecisiete, como
ayudante de coreografía en la obra teatral Pal
Joey y allí hizo muy buenas migas con su protagonista, un tal Gene Kelly.
Según dicen las malas
lenguas, Kelly era más extrovertido, más relaciones públicas. Donen, por el
contrario, era más relajado, refinado y tranquilo. Durante diez años, fueron
compañeros inseparables y se encargaron de la renovación total del musical.
Según el propio Donen la relación fue “maravillosa…aunque,
a veces, avanzábamos a trompicones”. Ambos co-dirigieron con un éxito impresionante
tres películas que son historia del cine como Un día en Nueva York, Cantando bajo la lluvia y Siempre hace buen tiempo además de
co-escribir Llévame a ver el partido,
que dirigió Busby Berkeley. El caso es que estos dos jóvenes estaban integrados
en la famosa “Unidad Freed” de la Metro Goldwyn Mayer y el productor Arthur
Freed, consciente de sus talentos, les dio libertad total para llevar a cabo
sus proyectos sin ninguna interferencia.
Kelly y Donen, de mutuo
acuerdo, decidieron separar sus caminos. Kelly quería explorar caminos nuevos
dentro de la danza y Donen deseaba seguir con el musical en el que ellos mismos
habían impuesto las reglas y, luego, probar suerte con otros géneros. El caso
es que Donen tampoco estaba muy contento con la Metro Goldwyn Mayer. Se le dio
la oportunidad de hacer algo con muy poco dinero con una película titulada Siete novias para siete hermanos. Donen
realizó un musical que no se había visto hasta la fecha, lleno de vigor, con
unas coreografías enérgicas e inusuales. El propio Donen, en una sola frase,
definió lo contento que estaba con esta película y su difícil relación con la
Metro Goldwyn Mayer: “Fue el único guión
que no estaba con las huellas del maldito italiano” (en referencia a
Vincente Minnelli, director preferido por la Metro para dirigir los musicales
más ostentosos).
El caso es que después
de dirigir a su adorado Fred Astaire en Bodas
reales realizando el sorprendente número de la habitación por la que trepa
el bailarín por sus paredes, cuando quedó libre de su contrato con la Metro,
Donen se mudó a la Paramount donde realizó la maravillosa Una cara con ángel y, más tarde, a la Warner, donde hizo Juego de pijamas y ese musical atípico
con diablo incluido que es Malditos
yanquis y donde conoció a un bailarín que lo hacía bastante bien, pero que
se ofreció a hacer las coreografías llamado Bob Fosse.
El caso es que las tres
películas funcionaron bastante bien en taquilla y Donen quería ya dar el salto
a otro géneros. Se le dio manga ancha y se descubre a un director que destaca
por su extraordinaria elegancia en una serie de películas levemente románticas,
pero llenas de estilo y de gracia. Ahí está Indiscreta,
una feliz reunión entre Cary Grant e Ingrid Bergman, o Página en blanco, ese maravilloso y teatral duelo entre Cary Grant,
Robert Mitchum, Deborah Kerr y Jean Simmons. Por supuesto, no podríamos pasar
por alto esa radiografía del matrimonio que hace en la estupenda Dos en la carretera, con Albert Finney y
Audrey Hepburn y sus incursiones en el thriller
con la mejor película de Hitchcock nunca dirigida por Hitchcock como es Charada y su inferior repetición de
jugada que significó Arabesco, con
Gregory Peck y Sophia Loren.
Sin embargo, a mediados
de los sesenta, Donen se deja arrastrar levemente por la estético pop
psicodélica que restan algo de su elegancia a su cine y, lo que es peor, hace
que algunas de sus películas envejezcan con dificultades. Ya había rastros de
algo de esto en Arabesco, pero cuando
hace un argumento divertido como Bedazzled,
primera versión de aquella Al diablo con
el diablo que protagonizaron Brendan Fraser y Liz Hurley y en la versión de
Donen tomaron los cuerpos y rostros de Dudley Moore y Raquel Welch, comienza a
ser demasiado evidente.
Anticipándose en un
buen puñado de años a otros que también querían realizar una película netamente
homosexual, Donen nos regala La escalera,
con Richard Burton y Rex Harrison siendo una pareja que atraviesa por una
crisis cuando al primero se le cita en una comisaría para declarar por un
delito contra la moral. La soledad y la entrada en la mediana edad sobrevuelan
esta historia de amor que pasa de la comedia al drama con abrumadora facilidad.
El cine de Donen
comienza a parecer algo desfasado. Eso, unido a que no encuentra argumentos que
desarrollen con propiedad su talento, acaba por hacer que uno de los grandes
del cine americano encadene un fracaso con otro. El primero de ellos es la
versión, estéticamente discutible, que hace sobre el cuento de Antoine de
Saint-Exupery El pequeño príncipe en
el que sobresale por derecho propio la aparición de Bob Fosse en el papel de la
serpiente y realizando un número inolvidable. Sin embargo, la película en su
conjunto es irremediablemente floja y se ha quedado peligrosamente antigua. Con
la siguiente, tiene todo para triunfar: Los
aventureros del Lucky Lady, con Burt Reynolds, Liza Minnelli y Gene Hackman
tiene todos los elementos para ser un éxito. Tres actores en lo más alto de la
cresta de la ola, ambientación en los años veinte, una historia de granujas
graciosos…y se estrella estrepitosamente con una película sin gracia y sin
ningún atractivo.
Donen realiza un
homenaje a los cines de barrio que es estupendo, pero que ha quedado un poco
como una de esas películas confinadas a los cines de arte y ensayo, que sólo
unos pocos conocen como es Movie, Movie,
dos historias en una, dos películas en la misma, dos tramas que no tienen nada
que ver…igual que el cartel de un programa doble de cualquier cine de barrio.
Con la moda del cine de
ciencia-ficción en boga, Donen no duda y quiere meterse al lío con Saturno 3, con Kirk Douglas y el primer
papel importante para Farrah Fawcett y un Harvey Keitel bastante malo. La
película resulta terrible, en parte por la poca imaginación artística que se
pasea por la pantalla, con un diseño de robot muy, muy discutible ante un
argumento que, en realidad, es más una tragedia que otra cosa.
Nadie confía ya en
Donen. Lleva demasiados fracasos seguidos. Sin embargo, aún tiene fuerzas para
realizar una última comedia que, en realidad, es casi genial, pero que no tiene
ningún éxito. Es Lío en Río con un
divertidísimo Michael Caine ligándose a la hija menor de su mejor amigo, Joseph
Bologna, en pleno Río de Janeiro y con una juvenil Demi Moore haciendo el papel
de su propia hija. Con situaciones descacharrantes y la elegancia como enseña,
Donen tampoco consigue que su película sea apreciada y, tristemente, tiene que
retirarse del cine siendo aún un hombre relativamente joven, con apenas sesenta
años.
Donen se casó cuatro
veces y fueron cuatro matrimonios pintorescos. La primera de ellas fue con
Jeanne Coyne, que le abandonó para casarse con…Gene Kelly. La segunda fue
Marion Marshall, que le abandonó para iniciar un romance con Howard Hawks y,
posteriormente, casarse con Robert Wagner cuando enviudó de Natalie Wood. La
tercera fue Adelle Beatty, que fue una noble, condesa de Beatty. Y la cuarta,
seguro que la conocéis, fue Yvette Mimieux.
Tiene dos hijos, Peter
y Joshua, que, si os acordáis, es uno de los nombres falsos que utiliza Cary
Grant para Charada, Peter Joshua.
Cuando se divorció de
Yvette Mimieux, en 1999 inició una relación con la directora y guionista Elaine
May (según dicen, una de las mujeres con mejor sentido del humor de Hollywood.
Por ejemplo, hizo de esposa de Walter Matthau en el tronchante episodio que
ambos protagonizan en California Suite).
Curiosamente, fue su relación más duradera.
Fallece el 21 de
febrero de 2019 debido a una insuficiencia cardíaca, a la edad de 94 años.
Os dejo con aquella
inolvidable entrega de los Oscars en la que se le concedió el Premio Especial a
toda una carrera. Increíblemente, Stanley Donen jamás había sido nominado.
Y como mosaico, aquí os
lo dejo, ensayando en plena calle uno de los bailes de Una cara con ángel con Audrey Hepburn.
Comentarios
Enhorabuena por el éxito de Secuencias 24. Me hizo mucha ilusión verte y escucharte.
Besos
low