GUS MORNINS 1/12/20

 

“La vida es una absoluta desgracia. Está repleta de miseria, soledad y sufrimiento. Y se acaba demasiado pronto”                                                Woody Allen

Hoy es el cumpleaños de este enorme cineasta. Sí, ya sé, que si el escándalo blablablá. No vale de nada el hecho de que hayan salido dos sentencias judiciales dándole la razón y que su propio hijo haya salido en su defensa. La opinión pública le ha sentenciado y punto redondo. Y sí, también sé que no a todo el mundo le gusta. Bien, yo soy de esa parte del mundo que sí enloquece con las películas de Woody Allen. ¿Qué le voy a hacer? Puede que sea subnormal y sea feliz siéndolo.

Puestos los puntos sobre las íes, os diré. Cumple la venerable edad ochenta y cinco años. Y mucho me temo, a la vista de su última película, Rifkin´s festival que ya no lo vamos a disfrutar mucho más. También es verdad que no hay nada que se pueda decir que no se haya dicho ya, así que recorreremos su vida a través de unas cuantas anécdotas, que, al menos, son tan entretenidas como sus películas.

En sus películas, casi siempre hay un personaje que es escritor. A menudo, es en ese personaje donde él se autorretrata.

El tipo de gafas que lleva salieron al mercado a mediados de los años sesenta. Aún lleva las mismas.

La banda sonora de sus películas siempre está extraída de su vasta colección personal de grabaciones de todo tipo aunque sus preferencias, como bien sabéis, se dirigen hacia el jazz.

Es uno de los pocos directores que han roto la cuarta pared y lo han convertido, casi, en una marca de fábrica. En muchas de sus películas, los actores hablan directamente a la cámara.

No quiere volver a ver nunca ninguna de las películas que ha hecho.

Fue un pésimo estudiante de la Universidad de Nueva York. Nunca se graduó.

Una de sus ciudades favoritas del mundo es Venecia. Realizó una campaña entre la élite intelectual neoyorquina para recaudar fondos y restaurar su teatro de la ópera, La Fenice, cuando ésta ardió por completo.

La Royal Shakespeare Company llegó a cursarle una invitación para actuar en su repertorio. La rechazó diciendo que él no puede interpretar ni a Shakespeare, ni a Strindberg.

Escribió la idea para realizar Un final made in Hollywood en el reverso de una caja de cerillas. Años después, encontró la caja en el fondo de una cómoda y decidió escribirla y dirigirla.

Es el guionista más nominado de la historia del Oscars. Dieciséis nominaciones. Una más que Billy Wilder.

No permite que sus películas sean exhibidas en viajes aéreos.

Aprendió a tocar el clarinete en su adolescencia. Pasaba muchas horas sólo y practicó muchísimo. Yo le he visto en directo y a fe mía que no lo hace nada mal.

Se quedó enganchado a las películas desde que su madre le llevó a ver Blancanieves y los siete enanitos con tres años. Desde entonces, ha hecho de los cines su segunda casa.

En diciembre de 2005 confesó que había ganado más dinero con la venta de dos de sus propiedades que en la suma de todos sus trabajos para el cine. Una de ellas fue su ático de Manhattan.

No está nada interesado en incluir ningún extra en los DVD de sus películas. Dice que espera que sus películas hablen por sí solas.

Tiene muchas fobias: a las arañas, a los insectos, a la luz del sol, a los perros, a las alturas, a las multitudes, al cáncer, a la muerte y a los hombres masculinos. He admite tener terror a los baños de los hoteles.

Durante su estancia en la universidad fue un aceptable jugador de béisbol y de baloncesto.

Es famoso por pagar a todos los actores que intervienen en sus películas exactamente el mismo salario. Da igual que sean hombres o mujeres.

Escribe sus guiones en una máquina de escribir. No se acerca ni de lejos a un ordenador. Sus comunicaciones vía e-mail están supervisadas por su secretaria.

Cuando toca el clarinete en el club, no permite que nadie le dirija la palabra. Si alguien lo hace, es inmediatamente expulsado del mismo.

Muchos actores acceden a trabajar con él sabiendo que va a pagar muchísimo menos que los demás directores.

Ofrece un papel a los actores que quieren que intervengan en sus películas enviándoles una carta diciéndoles cuánto les admira y preguntando muy educadamente si estarían interesados en trabajar con él.

La caótica producción de Casino Royale es lo que le convenció para dirigir sus propias películas.

Cuando envía los guiones a los actores que van a participar en sus películas, sólo les manda la parte que les concierne.

Es famoso por decantarse siempre por el mínimo de tomas posible. Raramente da instrucciones a los actores y le gusta que sus rodajes acaben a las seis de la tarde.

Dos de sus películas están depositadas en la Librería Nacional del Congreso de los Estados Unidos por ser culturalmente, estéticamente e históricamente relevantes: Manhattan  y Annie Hall.

Su personalidad dista mucho de la que ha reflejado en sus películas. Suele ser un hombre tranquilo, dialogante, bastante normal, no dice un chiste a cada minuto, no exterioriza sus manías sino que trata de aguantarlas y es bastante razonable.

Sólo ha realizado una aparición en la ceremonia de entrega de los Oscars, y no fue para recoger ningún premio. Fue en 2002 y presentó un clip sobre las películas que se habían rodado en Nueva York para animar a los productores a seguir rodando allí después del 11-S. Cuando le preguntaron por qué se lo propusieron a él, contestó:

“Dios, hay gente que lo puede hacer mucho mejor que yo. Ya sabéis, tenéis a Martin Scorsese, a Mike Nichols, a Spike Lee, a Sidney Lumet…podría daros quince nombres de profesionales mejores que yo, y que tienen mucha más clase”. La Academia repuso: “Sí, pero ninguno está disponible”.

Hasta aquí, una pequeña selección de anécdotas que, a lo mejor, ayudan a entender un poco mejor el personaje. Como vídeo, os dejo una muestra de su arte con el clarinete.



Y como mosaico, os dejo con el fotograma más eterno que haya hecho nunca en la que es, posiblemente, su mejor película. La fotografía, como no podía ser menos, es del gran Gordon Willis.



La semana que viene, ya que es puente, nos tomaremos un descanso para verlo desde un banco.

Comentarios

carpet_wally@gmail.com ha dicho que…
Pues yo también seré subnormal y también me gusta mucho.

Sobre lo de su "asuntillo" está todo más que hablado, de hecho lo peor de su autobiografia (que recomiendo y mucho) es la cantidad de hojas que dedica a su autoexculpación. Pero no importa, mucha gente ya ha dictado sentencia, de oídas, sin conocimiento y rebatiendo con ideas preconcebidas.

En cualquier caso y aunque fuera cierto, se debe distinguir entre el hombre y la obra. Ya hemos hablado muchas veces de que hay cosas maravillosas realizadas por personas bastante poco recomendables, en la pintura, en la música, en la literatura,...y como no, en el cine. Allen puede ser machacado y Maradona , sin embargo, exaltado... cosas que pasan.

Sobre sus anécdotas, aporto una que seguramente ya conocierais pero que me parece muy divertida. Según parece, Kubrick quería que Woody fuera el protagonista de "Eyes wide shut", pero Allen rechazó el papel porque era una película con bastante contenido sexual. Yo no sé como hubiera resultado la película si en vez de Tom Cruise hubiese sido Woody el que apareciera con capa y antifaz en esa mansión lujuriosa, pero me es imposible imaginar esas escenas sin sonreir.

Un gran gus, felices 85 Woody

Abrazos balbuceando
César Bardés ha dicho que…
Conocía la anécdota, pero te hago una puntualización. El papel que iba a hacer Woody Allen no era el de Tom Cruise, sino el de Sidney Pollack. Lo mismo no hubiera quedado tan mal.
85 abrazos.

Entradas populares de este blog

Guuud mornins, 14/05/13

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (XLVIII)

EL CINE EN CIEN PELÍCULAS (LXV)