GUS MORNINS 20/06/23

 "Lo más obsoleto dentro de la tradición del cine de Hollywood es que se intenta llegar a todo tipo de público. En términos de mercado, eso es de lo más absurdo. Sólo un puñado de películas consiguen llegar a todo tipo de público. Sin duda, todos ellos serán éxitos. Donde fallan las productoras es en sus continuos esfuerzos por suavizar el impacto de todas las películas para hacerlas más digeribles".

                                                                                                                             Mark Robson


Este señor es uno de esos directores anónimos que nadie conoce a pesar de que tiene un buen montón de películas buenas. Hoy hace cincuenta y cinco años que se marchó después de los disgustos que le dio una película que tenía todo para triunfar y que resultó ser un desastre por motivos que luego desglosaremos.

Mark Robson era canadiense de nacimiento. Siempre le gustó el cine, así que decidió marchar a la Universidad del Sur de California para estudiar todo lo que pudo sobre el arte de la imagen. Sus prácticas las hizo en el departamento de producción de la Twentieth Century Fox, y era un artista en el montaje, así que Robert Wise, que, entonces, también era montador, le nombró su ayudante. Juntos montaron Ciudadano Kane  y El cuarto mandamiento.

En 1943 se le da la oportunidad de pasarse detrás de las cámaras y se le destina a películas de terror de serie muy B. Sin embargo, hay una película entre ellas que destaca porque está muy bien dirigida y es El barco fantasma que consigue un cierto éxito. Eso hace que sea sometido a una especie de observación, porque siguen encomendándole proyectos sin importancia, destinados al mercado del programa doble en cines de barrio. Sin embargo, le llega la oportunidad con una cinta dedicada al mundo del boxeo titulada El ídolo de barro con un fantástico Kirk Douglas de protagonista. La película consigue cuatro nominaciones al Oscar, incluida mejor actor, y Mark Robson obtiene el pasaporte para películas de mayor enjundia.

Como es un tipo que sabe hacer de todo ya que el oficio del cine lo ha mamado, se le destina al cine bélico con películas muy interesantes como Nuevo amanecer con Arthur Kennedy, que también consigue una nominación al mejor actor, Infierno bajo cero o La cima de los héroes, con un Gregory Peck excepcional en una película que recomiendo porque no es una de guerra al uso. En 1954 se hace cargo de Los puentes de Toko-Ri con William Holden y Grace Kelly, también con la guerra de Corea al fondo y, al año siguiente, rueda la que es una de sus mejores películas, con Glenn Ford al frente. Se trata de La furia de los justos un drama judicial en la que un activista de izquierdas aprovecha un crimen para hacer propaganda utilizando a un honrado abogado defensor. Excelente película que también recomiendo.

En 1956 dirige con un Humphrey Bogart ya enfermo la que es una de las más importantes adaptaciones del mundo del boxeo, escrita originalmente por el guionista Budd Schulberg, con el título de Más dura será la caída. También se adentra en el género de la comedia con un trío protagonista de altura como Ava Gardner, David Niven y Stewart Granger en La cabaña y consigue una nominación a la mejor actriz para Lana Turner en Vidas borrascosas,por la que también consigue una nominación como mejor director. Al año siguiente, consigue otra con la celebrada y maravillosa El albergue de la sexta felicidad con una pletórica Ingrid Bergman como protagonista. En 1963 dirige una de las películas de suspense más divertidas de la historia con El premio, con Paul Newman, Elke Sommer, Diane Baker y Edward G. Robinson.

En el 65, se traslada con todo el equipo a España para rodar en el Caminito del Rey de Málaga esa apreciable película bélica que es El Coronel Von Ryan, con Frank Sinatra y Trevor Howard y al año siguiente, mete el elemento psicológico en una trama de mercenarios como es Mando perdido con Anthony Quinn y Alain Delon. 

A partir de aquí, Mark Robson va perdiendo paulatinamente interés en el arte de hacer películas, debido a los proyectos poco interesantes que le van ofreciendo. Tiene cierta relevancia su adaptación de la novela de Jacqueline Susann El valle de las muñecas osada incursión en el mundo de la prostitución en la que aparece la malograda Sharon Tate. Los setenta no son buenos años para él, pero consigue hacerse con los mandos de una gran producción para la época, sumergida en pleno cine de catástrofes, como es Terremoto, con un reparto multiestelar con Ava Gardner y Charlton Heston a la cabeza. Y viene su última película.

Se trataba de una película de aventuras trepidante, titulada El tren de los espías Lo tenía todo para triunfar. Un argumento de espías absorbente,un reparto muy competente, pasar por diversos escenarios europeos. Los protagonistas eran Lee Marvin y Robert Shaw, pero  ambos bebían hasta límites insospechados...hasta tal punto de que a Robert Shaw le dio un ataque al corazón y se quedó en el sitio. No se había terminado la película, así que Robson se reunió con los guionistas, con el director de fotografía y con el director artístico y vieron cómo podían acabar con la película, con lo que tenían filmado y con lo que les faltaba por filmar. Se modificó el guión, se contrataron dobles de espalda y Robson filmó todo con trucaje para que no se notaba que Shaw ya no estaba. Eso incrementó su presión sanguínea y,para colmo, Robson se encerró él mismo en la sala de montaje para la edición de la película. Cortó escenas y, naturalmente, la película perdió coherencia. Cuando se estrenó, fue un completo fracaso. El corazón de Mark Robson no lo aguantó y también se fue con Shaw al cielo de las películas.

La película se retiró de los cines y el director Monte Hellman se comprometió a filmar unas escenas adicionales. No sirvió de nada. Es una película que se nota su potencial, pero se queda en nada.

Mark Robson fue un director sólido, con muy buenas ideas, con el código de agarrar sus producciones y no soltarlas hasta tener un producto que mereciera la pena. No se puede decir que era un autor, pero sí un artesano de cierta eficacia. Vaya por él.

Os dejo con un extracto de Más dura será la caída. Si os fijáis, Bogart ya estaba bastante demacrado.


El mosaico no necesita explicaciones.



Comentarios

CARPET_WALLY ha dicho que…
Hola amigo Bardés

Muchas gracias por haber mantenido todo esto pese al silencio sepulcral de este antaño activo foro.

No sabes hasta que punto me cuesta encontrar momentos para leerte aquí o en tu maravilloso blog. Y si es difícil leer, ya no te cuento comentar.

Entiendo por tanto que abandones tu solitaria batalla como comentabas hace tres post, supongo que el resto de los trillones han sido abducidos también por otras urgencias que les impiden la dedicación que un día tuvimos en este maravilloso punto de encuentro.

Aun así y aunque sea de tarde en tarde sigue siendo un placer aprender tanto de tantas cosas gracias a tus generosas y brillantes letras. Poco ha cambiado en ese aspecto.

Te seguiré aunque con estas tristes y prolongadas pausas allá donde escribas y si hay oportunidad comentaré alguna vez si encuentro algún momento de paz.

Mil gracias, no digo llevarte a Elke Sommer, pero "El Premio" si que te lo merecías, quizá se lo den a tu hermano gemelo.

¿Habrá novedad editorial pronto?

Abrazos infinitos.
César Bardés ha dicho que…
"Matar un ruiseñor", el libro del sesenta aniversario, soy responsable de una cuarta parte del mismo. A la venta el 17 de julio.
Gracias por tus palabras, Carpet. Empezaba a pensar que ya nadie venía por aquí.
Un abrazo.

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