GUS MORNINS 27/9/22

 "No he sido un director demasiado comercial. No he hecho películas sobre el espacio exterior o para la juventud".                                                                          Arthur Penn


Hoy, 27 de septiembre, rendiremos homenaje a este director mayúsculo, aunque de filmografía muy corta, porque tal día como hoy cumpliría cien años. Una cifra redonda para un tipo que se atrevió a hacer un cine diferente, cortado por patrones que no se habían visto hasta los años sesenta y que, por supuesto, se integró dentro de esa maravillosa generación de cineastas que fue "la generación de la televisión" al lado de Sidney Lumet, Robert Mulligan, Martin Ritt, John Frankenheimer y Delbert Mann.

La vocación teatral de Arthur Penn se le despertó en su más tierna infancia. Se apuntó a todas las actividades habidas y por haber. Estuvo en el grupo de teatro de la escuela, también en el del barrio e, incluso, cuando llegó la Segunda Guerra Mundial y fue llamado a filas, solicitó el ingreso en el grupo de teatro de la Armada.

Con las lecciones bien aprendidas, consiguió un contrato para televisión para hacer obras de teatro en directo, una especie de Estudio 1 americano, pero en directo. Como tiene talento más que de sobra, consigue realizar su primera película, de bajísimo presupuesto, con esa visión un tanto particular sobre la figura de Billy el Niño en El zurdo, con un joven que, por aquel entonces, ya estaba despuntando y que respondía al nombre de Paul Newman. Penn, aquí, se dejó de leyendas y tiró por el lado más psicológico, desvelando las sombras y luces de una figura mítica del Oeste, aunque, por supuesto, más inventada que otra cosa.

Como vieron que tenía facultades y él ya había dirigido en teatro la pieza, se encargó de la dirección de El milagro de Ana Sullivan, con una extraordinaria Anne Bancroft en el papel principal. La historia de la maestra que inventa un lenguaje y consigue el milagro de educar a una niña sordociega resulta desgarrador, pero es una película enormemente equilibrada, con momentos realmente emocionantes y otros abrumadoramente descriptivos. Consiguió su primera nominación al Oscar y su actriz protagonista se llevó el premio a casa, al igual que su actriz secundaria, Patty Duke, que interpretó a la niña con total convicción.

En 1964, Burt Lancaster le contrata para dirigir esa maravillosa película que fue El tren, pero sólo llegó a dirigir una secuencia (la del protagonista atravesando las vías para acudir a un barco en el que aguarda el enlace de la resistencia ferroviaria con Londres). Lancaster, en calidad de productor de la película, le despidió porque no estaba de acuerdo con el enfoque que quería dar a la historia, mucho más intimista y ahondando en las motivaciones de ese ferroviario que se las sabe todas que interpreta el propio Lancaster.

Lo siguiente fue una de sus obras menos conocidas, Acosado, con Warren Beatty de protagonista. Es una especie de metáfora sobre el macarthysmo aderezada con cierto sentido del humor. No gustó demasiado en Hollywood. No estaban para críticas ácidas sobre uno de sus grandes errores. Sin embargo, el rodaje de esta película permitió que Beatty quedara encantado con el trabajo de Penn y, cuando los nombres de François Truffaut y de Jean Luc Godard quedaron descartadas por distintas razones, los productores de Bonnie y Clyde creyeron que el realizador americano que más se parecía a los franceses era el propio Arthur Penn. 

Os diré un secreto, ahora que no nos oye nadie. Nunca me gustó demasiado esta película. Reconozco que es un canto de rebeldía a través de dos figuras bastante discutibles, que está muy bien interpretada y que tiene escenas realmente impresionantes, pero nunca me ha llegado a convencer. Para Arthur Penn, no obstante, fue la película que le consagró mundialmente, consiguiendo muchas nominaciones, entre otras, la segunda para él.

Antes de Bonnie y Clyde, Penn dirigió una de sus mejores películas que, por el contrario, fue un rotundo fracaso en los Estados Unidos, no así en Europa que tuvo un gran éxito. La jauría humana, basada en un espléndido guión de Lillian Hellman es todo un retrato de una sociedad aburrida y peligrosa, que cuando no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo. Marlon Brando, Jane Fonda, Angie Dickinson, Robert Redford, E.G.Marshall, James Fox....un reparto de altura que se encargó de dejar bien clarito cuán fea es la sociedad racista y prejuiciosa en los Estados Unidos. Y, muy probablemente, esa es la razón por la cual fue un fracaso allí. No les gusta que les digan las cosas a la cara.

Enamorado de una canción de Arlo Guthrie, Penn se lanzó a una película muy minoritaria como es El restaurante de Alicia, sin apenas presupuesto y con el propio Arlo Guthrie de protagonista. Sin duda, aquí es donde Arthur Penn trata de imitar lo más posible las premisas de la nouvelle vague, de ahí que sea una película que el público no apreciera demasiado, pero que la crítica adora.

A continuación, rodó un gran éxito como fue el de Pequeño gran hombre, con Dustin Hoffman y Faye Dunaway, una película que, a base de una ironía ácida, destapaba el mito del General Custer, mostrándole como lo que realmente era, un loco suicida aunque, desde luego, con el detalle de que, quien cuenta la historia, un hombre de ciento diez años llamado Jack Crabb, tiene tendencia hacia la fábula. Una película muy interesante.

Después de participar entre otras firmas ilustres en la realización del documental sobre las malhadadas Olimpiadas de Munick al lado de John Schlesinger, Kon Ichikawa, Claude Lelouch y Milos Forman con el título de Visions of eight, Penn se dirigie hacia el cine negro para intelectualizarlo y fabricar una obra única, excelente y visionaria con el sugerente título de La noche se mueve, con Gene Hackman en el papel de un detective privado, antiguo jugador de fútbol americano, inmerso en una crisis personal, que tiene que investigar la extraña muerte de un especialista y de una chica a la que tuvo que ir a buscar a las marismas de Miami. Con un ritmo pausado y bebiendo también de los grandes clásicos, Penn realiza una película para tener muy en cuenta, puntera en el cine negro, con un protagonista desencantado, que sólo encuentra un cierto sosiego realizando un trabajo al que acude como asidero para no hundirse moralmente. Muy buena.

Gira radicalmente con su siguiente proyecto juntando a dos verdaderos monstruos. Jack Nicholson y Marlon Brando en Missouri, una película del Oeste totalmente atípica con un asesino profesional interpretado por Brando que no duda en vestirse de monja para sorprender a sus víctimas en un western desmitificador, pero que, visto años después, resulta muy atractivo, con secuencias realmente valiosas y un planteamiento que no se ha vuelto a ver en el cine. Muy interesante.

Aquí ya se le acabó un poco la suerte a Arthur Penn (aunque Missouri  fue vapuleada por la crítica). Llegaron los ochenta y Penn realiza una película llena de sensibilidad, muy buena, repleta de retratos propios de los sesenta, con su música, con sus drogas, con sus amores, con sus juventudes en Georgia. Excelente de principio a fin, quizá quedó un poco lastrada por un protagonista tan falto de carisma como Craig Shaffer, pero aún así, es una película que mereció mucha mejor suerte.

Acepta un encargo comercial para dirigir la notable Agente doble en Berlín, con Gene Hackman y Matt Dillon. Un chico cree que su padre es el más aburrido del mundo sin saber que, años atrás, fue un agente secreto destinado en Berlín que era la pesadilla del contraespionaje ruso. En un viaje a Europa, la tapadera del padre tiene que descubrirse y el chaval se queda alucinado con lo que hace el padre. Muy notable película, algo impersonal, con interpretaciones muy bien llevadas y con ese ambiente tan particular de guerra fría que aún imperaba a principios de los ochenta. 

Da un coletazo de calidad muy poco comprendido con Muerte en el invierno, una película muy destacable por la precisión con la que dirige esta historia que podría haber sido sacada de una novela de Agatha Christie, con Mary Steenburgen de protagonista. Muy interesante, aunque, también, muy académica, como si no hubiera ya nada del Penn rebelde que aún apuntaba en Georgia.

Se despidió del cine con una comedieta incomprensible, una decisión tonta, con toda probabilidad, titulada Dos chiflados en aputos. No me arriesgo nada si digo que, tal vez, sea su peor película.

Durante los últimos años de vida (como curiosidad os diré que murió tal día como mañana hace doce años), Penn se entregó por completo a la televisión. Según él mismo, el cine había muerto con Steven Spielberg ("es un tipo con talento que hace películas que nadie más puede hacer" ). Quizá acabó algo decepcionado, sin ganas. Es sólo una impresión. Aún así dejó una profunda huella como el director más rebelde de su generación, el más arriesgado, el más atrevido y el más contestatario.

Os dejo con un clip de TCM sobre La jauría humana. Sólo tres minutos y medio.


Y como mosaico, os dejo con el propio Penn dando instrucciones a un insuperable Marlon Brando en la misma película. Lo siento, es una película que me parece una auténtica joya.




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