GUS MORNINS 15/11/22

 "Nunca te puedes retirar en Hollywood. Nadie te deja de dar trabajo, aunque tengas noventa años, o estés enfermo o tengas tanto dinero que no te interese actuar más. Todo el mundo trabaja hasta su último aliento. Y, cuando un día te mueres, lo haces como un granadero del ejército de Napoleón sólo que en lugar de gritar "Viva el Emperador" lo que gritas es "Hagamos otra toma"

                                                                                                   Lionel Barrymore

Este era el actor que más me gustaba de la saga de los Barrymore. Era capaz de hacer cualquier cosa. Encarnaba al malo, encarnaba al bueno, encarnaba al bondadoso, encarnaba el interés...da igual. Lo hacía increíblemente bien, con una forma de grandísimo actor que, a veces, me ha dejado boquiabierto. Quizá gozó de menos fama porque su hermano John era más guapo, pero yo creo que Lionel era mejor. Y hoy hace sesenta y ocho años que nos dejó.

Lo curioso es que, a pesar de pertenecer a una familia de rancio abolengo en esto de la actuación, el joven Lionel nunca quiso actor. En realidad, poseía un don y era que dibujaba de fábula y quiso ser pintor. Sin embargo, se casó muy joven con una actriz, Doris Rankin, y ella fue la que le animó a presentarse a los casting teatrales porque Lionel tenía un talento natural, perfecto, sólido y con una dicción extraordinaria. En 1907, con veintinueve años, Lionel ya era una estrella de Broadway debido al enorme éxito que tuvo sobre las tablas con la obra Sueño de amor eterno

El cine le llamó la atención porque se acercaba más a sus veleidades pictóricas y, en un alarde de valentía, renunció a su estrellato sobre las tablas y se fue a Hollywood dispuesto a aprenderlo todo. Comenzó trabajando como ayudante de dirección porque tenía cierta idea en eso de dirigir a los actores y en 1931 ganó el Oscar al mejor actor principal por su papel de abogado alcohólico en una película muy olvidada titulada Alma libre. Decidió dedicarse a dar la cara delante de las cámaras después de que consiguiera que le dieran la oportunidad de dirigir una película titulada Madame X y conseguir ser nominado por su trabajo detrás de ellas. Sin embargo, al no otorgarle el premio, quedó tan decepcionado que decidió seguir siendo actor.

En los años treinta llegó el estrellato en el cine. Coincidió con sus hermanos John y Ethel en la única película que hicieron juntos, Rasputín y la zarina, y entró en productor de enorme prestigio que fueron auténticos bombazos taquilleros de la época como la famosa Gran Hotel (la película que reunía a todas las estrellas con sus inquietudes dramáticas entrando y saliendo por las puertas giratorias de un gran hotel de Nueva York), Cena a las ocho, una auténtica maravilla de George Cukor al lado también de un gran elenco en la que interpretaba a un hombre de negocios a punto de vender la obra de su vida, Capitanes intrépidos, al lado de Spencer Tracy; una de sus mejores interpretaciones por la que también fue nominado al Oscar en la inigualable Vive como quieras, de Frank Capra, interpretando a ese abuelo, cabeza de una familia en la que cada uno hace lo que le viene en gana. Aquí, en esta película, ya se le puede ver aquejado de la fatal artrosis que le invalidaba y que le obligó a ir en silla de ruedas el resto de su vida o ayudado por unas muletas. Eso, por supuesto, le cerró la posibilidad de acceder a papeles de protagonista.

Aún así, aún nos deja maravillas como el señor Potter, usurero y terrible enemigo de la felicidad en Qué bello es vivir de Frank Capra, o el sufrido padre del rancho de Duelo al sol de King Vidor, o, por supuesto, el propietario del hotel que ha perdido a su hijo en la guerra y que es consolado por Humphrey Bogart en la extraordinaria Cayo Largo de John Huston. La artrosis le provocó tantos problemas que, debido a sendas caídas, se rompió la cadera en dos ocasiones. Eso hizo que, cada vez, sus apariciones en el cine fueran más espaciadas, hasta que lo abandonó por completo. Falleció en 1954 de un inesperado ataque al corazón.

Como vídeo os dejo con ese abuelo que confiesa al Inspector de Hacienda sin ningún reparo ni vergüenza de que él no paga impuestos porque, sencillamente, no cree en los impuestos.


Y como mosaico ahí os dejo una de las pocas fotos privadas que existen entre los tres hermanos Barrymore. Como curiosidad os diré que el bebé que sujetan en brazos, es el hijo de John, llamado también John, que es el padre de Drew Barrymore.



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