GUS MORNINS 28/9/21

 "Una de las principales labores del crítico de cine es descubrir tesoros ocultos para el público"

                                                                                                         César Bardés

Pues sí, aunque sea de manera breve, sucinta y modesta, hoy vamos a rendir homenaje a este gran crítico de cine que cumple los 55. Después de una carrera llena de éxitos y de servicio al cine en sí mismo, hoy llega a esa venerable edad en la que los huesos ya le crujen, la vista ya le falla, la memoria ya se le va de paseo y no sigo porque este es un sitio decente.

César Bardés nació en el seno de una familia burguesa de clase media. Su padre, arquitecto. Su madre, ama de casa. Si bien el pequeño César era una pieza de cuidado, destacaba por su rico mundo interior que siempre le hacía urdir historias en su casa y, a una temprana edad, ya destacó en el colegio por su facilidad a la hora de escribir.Eso le llevó a concursar en varios premios literarios de su propia institución de enseñanza,el insigne Colegio Obispo Perelló, cuna del GRAPO, entre otras lindezas. Ganó durante tres años seguidos hasta que uno de los curas de la institución le pidió que,por favor, no se presentara más que los demás también tenían derecho. Desde entonces, no ha ganado ni a las chapas.

Después de unas notas brillantes en Bachillerato, entró en la Facultad de Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid y ahí las notas no fueron tan brillantes. Unos decían que era por culpa de su adicción al mus, que practicaba sin descanso en la cafetería. Otros decían que tuvo un cierto desinterés por lo que estudiaba al comprobar que, en aquella época en la que Mario Conde era el héroe de todo aquel que se quisiera dedicar a los negocios, él no quería ser nada de eso. La verdad es que Bardés nunca ha querido ser nada, pero algo tenía que ser.

Después de unos cuantos años en enseñanza, en concreto, diez, pasó a ocuparse del negocio que su padre había montado para asegurarse un complemento a la jubilación. En concreto, una Administración de Loterías. La experiencia fue horrible. Mucho trabajo,  poca compensación, aunque económicamente no fuera mal del todo. El caso es que, como había socios de por medio, la cosa comenzó a ir mal en lo personal y acabaron partiendo peras con procesos judiciales incluidos. 

En 1994 comienza a publicar en un periódico quincenal que se llamó Alcalá Este. Ahí, Bardés no tenía aún demasiado estilo, se ceñía a la fórmula habitual de las críticas al uso, pero fue suficiente como para que ya llamara la atención y fuera invitado a presentar en dos ocasiones la ceremonia de entrega de los Premios de la Academia desde la cadena radiofónica Onda Cero. Fueron los años de Forrest Gump y de Braveheart y recibió buenas críticas por su labor, al lado de nombres tan ilustres como Arturo González-Campos, Ángela Beato y Fernando Echevarría. Comenzaron a llover las colaboraciones hasta que, un poco de rebote, llegó una oferta que estaba razonablemente bien pagada en el periódico El Pueblo de Albacete. El trabajo era múltiple porque el periódico estaba asociado a una cadena de televisión y decidió publicar una crítica por cada película que echaban. Además de todo eso, también querían estrenos de la semana. César Bardés se aplicó y comenzó a reunir material. A partir de aquí, ya consiguió ese estilo tan particular que le ha hecho figura señera del mundo de la crítica.

En su estancia en El Pueblo de Albacete, surgió la oportunidad de publicar su primer libro: La imagen en el alma que, en su mayor parte, consiste en una recopilación de las críticas que había publicado en el periódico. El gran escritor Lorenzo Silva se avino a escribirle un prólogo y el libro, ni que decir tiene, tuvo un éxito inmediato.

Llamado por eso, César se animó a publicar un segundo libro, esta vez prologado por quien ha sido un gran amigo y un gran compañero como es el actor Miguel Rellán. El ojo privado era la crítica-historia de un detective (lo que debe ser un crítico de cine) que parte en busca de la emoción en las películas. El libro no funcionó tan bien. Pero eso no desanimó a César que, mientras tanto, cambió la redacción de El Pueblo de Albacete por la del Diario Puente Chico, de Cádiz. 

Siguió con un tercer libro, prologado por la estupenda periodista Anna Bosch y por la actriz Miriam Díaz-Aroca. Aquí se demostró hasta qué punto puede llegar la inteligencia femenina. Sin decirle a ninguna de las dos expresamente el papel que quería que desempeñasen dentro del libro, las dos captaron enseguida la intención. Anna Bosch tenía que ir de Walter Conkrite y Miriam Díaz-Aroca, de Marilyn Monroe, ambas figuras señeras dentro del mandato de John Kennedy para ilustrar el libro El sueño americano (El cine en la era Kennedy), libro que, aunque no arrancó bien, luego ha sido demandado por miles de lectores hasta el punto de que está al borde de agotarse. ¿Una segunda edición? Quién sabe...

Dejó el Diario Puente Chico porque recibió una oferta mejor para El Faro de Chiclana, donde estuvo realmente a gusto. Sin embargo, duró poco. La enfermedad del jefe supremo hizo que su infraestructura fuera absorbida por la Agencia de Noticias Culturales Berenjena Company que, casualmente, lleva adelante el mismo jefe que César tuvo en El Pueblo de Albacete. Ahora mismo,ahí desempeña su labor con ahínco y superándose en calidad a cada día.

Por último, se atrevió, casi por casualidad, porque sólo quería ver cómo andaba el mercado editorial, con el género novelesco y publicó la novela Compás de ceniza, la historia de un detective privado especializado en personas desaparecidas en la Viena de los sesenta, que tiene que buscar a un judío que desapareció misteriosamente del campo de concentración de Mauthausen horas antes de ser tomado por los Aliados. Esa búsqueda le llevará a ajustar cuentas con su pasado. El libro no funcionó ni bien, ni mal y, actualmente, se encuentra agotado sin demasiadas posibilidades de reedición.

En radio, César ha prestado su voz a diferentes tertulias como Conversacines y La gran evasión, de Radiópolis Sevilla y en el podcast Cinemasmusic. Este último podcast organizó unos premios para reconocer el amor y la difusión de la música en el cine, premiando en la primera edición a nombres tan ilustres como Gerardo Sánchez, Fernando Alonso Barahona, Arturo Boscovich o Diego Navarro. En su segunda edición, en una gala realizada tres días antes del infausto confinamiento, César Bardés fue premiado al lado de Carlos Pumares, Guillermo Balmori, Lucía Tello, Mario Camus y Antón García Abril. 

Desde entonces, César Bardés ha colaborado en los libros El universo de Gene Tierney, al lado de nombres impresionantes del mundo de la crítica como José Luis Álvarez, Gerardo Sánchez, Diego Moldes, etc. y el próximo 18 de octubre se publicará su segunda colaboración con la Editorial Notorious con El universo de Bette Davis que llevará firmas tan impresionantes como las de Espido Freire u Oti Rodríguez-Marchante. Tiene dos libros pendientes de publicación, que a este paso me parece que no lo va a conseguir: Joyas en la oscuridad (Homenaje al cine clásico español) con prólogo de Fernando Méndez-Leite y de Miguel Rellán, y otro de anécdotas titulado Imprimir la leyenda (288 anécdotas de cine) que le va a prologar el gran Gerardo Sánchez.

Actualmente, ha vuelto al podcast de Conversacines  de mano de su buen amigo Chus de León y recientemente ha sido invitado por Moisés Rodríguez a su programa Secuencias24 del Canal 24 horas de TVE para presentar, al lado de Guillermo Balmori y David Felipe Arranz, un especial en dos partes del gran Buster Keaton. Volverá pronto.

Ahí queda eso. Lo cierto es que César Bardés ha sido un crítico que, al menos, siempre ha tenido la honestidad por bandera. Lo habrá hecho mejor o peor y, a veces, no estoy nada de acuerdo con lo que escribe, pero merece un puesto de no mucho honor entre los dos mil o tres mil mejores críticos de España.

Como vídeo, os dejo el plano secuencia de apertura de Sed de mal, una de las secuencias favoritas de César Bardés y una razón más por la que él ama el cine.


Y como mosaico os dejo seis retratos de otros tantos directores que le enloquecen.



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