GUS MORNINS 21/9/21

 "Soy americano. Desde el principio, ahora y para siempre. Serví en las trincheras durante nueve meses durante la Primera Guerra Mundial y nunca lo he lamentado hasta ahora. Ahora sí lo lamento porque todos esos izquierdistas que dicen ser muy patriotas y que sólo quieren destruir la identidad de mi país. Es cierto, todo el mundo debería tener su oportunidad. Judíos, protestantes, católicos y negros. Sé que ha habido problemas con los negros, pero también estoy seguro de que sólo hay unos pocos responsables. He conocido a muchos negros, muchos...y ellos...ellos son las personas más amables que he conocido".

                                                                                                                        Walter Brennan

Hoy vamos a homenajear a este actor, de filmografía inabarcable, porque hace cuarenta y siete años que se nos fue. Podríamos decir que Walter Brennan es el gran actor secundario de la historia. Yo creo que, con Thelma Ritter, son los dos más grandes que ha dado nunca el cine americano. Brennan podía hacer cualquier papel y hacerlo bien. No dejó más que amigos allá por donde pasó y durante mucho, mucho tiempo fue el único actor de la Historia que tenía en su repisa tres Premios de la Academia (hasta que llegaron Jack Nicholson y Daniel Day Lewis). Eso sí, los tres como actor secundario. En cualquier caso, como es imposible dar un repaso a toda su filmografía (tiene la friolera de 225 películas en su filmografía), nos detendremos sólo a grandes rasgos en él.

Casi nadie diría que Walter Brennan fue un brillante universitario. Se graduó en ingenieria en la Universidad Politécnica de Cambridge, Massachussets y, nada más acabar sus estudios, fue reclutado para marchar a Europa a combatir en la Primera Guerra Mundial. En 1923, casi como un juego, le sale un papel como extra en una película. Él no piensa en dedicarse al cine o al teatro porque, tampoco casi nadie sabe, que Walter era un águila para los negocios y en los años veinte se hizo muy rico invirtiendo los ahorros que le habían dejado sus padres en el sector inmobiliario. Desgraciadamente, lo pierde todo en la crisis del 29, lo que hace replantearse su vida.

En 1932 tuvo un accidente de coche y perdió la mayor parte de su dentadura (de lo que hizo gala en alguna de sus películas). Conocía a un viejo colega de la Primera Guerra Mundial, un aviador bastante temerario que se llamaba Howard Hawks y, hablando con él, le ofreció participar en varias películas para que fuera aprendiendo el oficio de actuar. Hasta que llegó una pequeña maravilla, muy poco conocida, titulada Rivales, que narra el enfrentamiento de dos familias madereras con unas escenas espectaculares sobre el talado y el transporte de troncos (de un volumen inimaginable) por aguas fluviales. La película le proporcionó el primer Oscar. A continuación, interviene en un western como Kentucky y gana su segundo Oscar. El tercero vino de la mano de William Wyler que le dirige casi como un principal en la piel del pintoresco juez Roy Bean (luego interpretado por Newman muchos años después a las órdenes de John Huston en El juez de la horca) en El forastero, al lado de Gary Cooper.

Aún tuvo otra nominación más, también a las órdenes de Hawks en El sargento York. El caso es que su carrera no declinó en ningún momento y se mantuvo siempre trabajando a lo largo de cuatro décadas. A partir de ahí, su carrera incluye títulos que están en la memoria de todos, siempre como el amigo del héroe (y, en alguna ocasión, su rival) con papeles muy destacados en El orgullo de los yankees, de Sam Wood; el fantástico papel que realiza en Los verdugos también mueren, de Fritz Lang, el borrachín protegido bajo el ala de Humphrey Bogart en Tener y no tener, de Howard Hawks; el implacable jefe del clan Clanton que se enfrenta a Wyatt Earp en Pasión de los fuertes, de John Ford (un papel muy atípico en él, pero que solventa con rabia); el cocinero Pepito Grillo que no abandona nunca a John Wayne en la maravillosa Río Rojo, de Howard Hawks (según sus propias palabras es su película favorita), Puente de mando, una película de guerra excepcional dirigida por Delmer Daves; el compañero a sangre y hielo de James Stewart en la excelente Tierras lejanas, de Anthony Mann; el único aliado de Spencer Tracy en la trepidante y genial Conspiración de silencio, de John Sturges; el inolvidable cojo que guarda la cárcel tras las rejas en Río Bravo, de Howard Hawks (según gran parte de la crítica, la mejor interpretación de su carrera) y terminando su carrera con una desconocida película en la que intervino para hacer un favor a su hijo, Andy, un tratado sobre el rencor que aún sobrevolaba los Estados Unidos después de la Guerra Civil titulado Fuego en el viento, rodada en 1971, pero no estrenada, por problemas de distribución, hasta el 75, después de su fallecimiento debido a un enfisema pulmonar.

El caso es que Walter Brennan, de alguna manera, es uno de esos actores que no habitan en el recuerdo, sino en el corazón. Y así debe ser. 

Como vídeo os dejo una rareza que he encontrado en youtube. Es una relación a través de los maravillosos carteles de la época, de las cuarenta películas mejor calificadas de su filmografía en IMDB. Por supuesto, me completa lo que yo os haya podido contar porque están muchas otras que no he tenido en cuenta como Juan Nadie, de Frank Capra; o la estupenda Paso al Noroeste, de King Vidor. Además, matamos a dos pájaros de un tiro porque la banda sonora nos la sirve Gustav Holst con su sinfonía Los planetas. Holst, por aquellas casualidades de la vida, hoy cumple años también. Concretamente 140.


Como mosaico, una foto que no tiene desperdicio.



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