GUS MORNINS 27/3/18
“Todo
director de cine tiene que ser un policía, una esposa, un psicoanalista, un
psicópata y un bastardo”. Billy Wilder
Dieciséis años se
cumplen hoy sin Billy. Y hay que reconocer que él sí que fue uno de los mejores
directores de la historia del cine, y también uno de los mejores guionistas.
Esto puede parecer una perogrullada pero sí, señores. Aún hay quien lo niega.
No quiero desgranar su
obra porque creo que todos la conocemos bien. Tanto su maravillosa labor de
guionista para otros en donde habría que destacar títulos como Ninotchka, La octava mujer de Barba Azul, Medianoche,
Arise my love, Bola de fuego, o Si no
amaneciera con doce nominaciones en este apartado consiguiendo tres por Días sin huella, El crepúsculo de los dioses
(consiguiendo aquí otro en la categoría de mejor argumento) y El apartamento; como de director, con
sus 26 películas de las cuales obtuvo nueve nominaciones al mejor director,
consiguiendo dos por El apartamento y
Días sin huella.
Normalmente, trabajaba
con un co-guionista que pusiera en papel la tormenta de ideas que a él se le
ocurrían. Es más, parece ser que mientras el otro estaba en la máquina de
escribir haciendo que saliera humo de ella, Billy se dedicaba a pasear de un
lado a otro de la habitación con un bastón en la mano diciendo las cosas según
se le ocurrían y espoleando al otro, a veces con palabras bastante malsonantes,
para exprimir al máximo el talento de los dos. Es por ello que, aparte de sus
incondicionales compañeros Charlie Brackett y I.A.L. (iniciales de Inter
Algebraical League, su verdadero nombre era Isadore) Diamond, el resto de
guionistas que trabajaron con él consideraron la experiencia poco gratificante,
especialmente Raymond Chandler, co-autor con él del guión de Perdición y al que se debe,
principalmente, la voz en off.
Personalmente, habría
que destacar que fue un apasionado de las obras de arte. Tanto es así que llegó
un momento en que podrías estar en el excusado de su apartamento en Manhattan y
comprobar que apoyadas contra el bidé tenía tres o cuatro cuadros de
incalculable valor debido a que ya no había más sitio en las paredes. En 1989
vendió parte de su colección por casi 33 millones de dólares.
Como padre fue siempre
una incógnita. Su hija Victoria ha confesado varias veces que nunca le conoció
del todo porque su vida eran sus películas y que le encantaba lo que hacía. Su
mujer, Audrey, una mujer bellísima y antigua cantante de la banda de Tommy
Dorsey, decía que era increíblemente divertido, arrebatadoramente anárquico y
que había que aprender a convivir con él porque, en ocasiones, era muy difícil.
Es uno de los pocos
directores que supieron hacer siempre autocrítica de sus peores películas. Al
cabo del tiempo sabía dónde había fallado y por qué. Desde la decisión tonta de
hacer El héroe solitario hasta la
inoportunidad de hacer Primera plana
poniendo a los periodistas como auténticos cerdos en una época en la que
estaban considerados como héroes a raíz del escándalo Watergate.
En sus rodajes, siempre
creaba un ambiente de mucha camaradería entre quienes consideraba que eran sus
amigos. Eso tenía sus ventajas y sus inconvenientes porque hacía que algunos se
sintieran realmente incómodos. Fue el caso de Humphrey Bogart en el rodaje de Sabrina (se sintió totalmente marginado
en los corrillos que formaba Wilder con Izzy Diamond, William Holden, Audrey
Hepburn y John Williams, el actor), o de Susan Sarandon en Primera plana (“sentía que
entre Jack, Walter y Billy, yo estaba allí de más, aunque en todo momento
fueron correctos conmigo”) o de James Cagney en Uno, dos, tres, en la que Billy le mantuvo al margen, se supone que
para sacar una interpretación más intensa, mientras él se divertía con Pamela
Tiffin, Arlene Francis y Lilo Pulver y dejaba que se peleara en todo momento
con Horst Buchholz.
Siempre tuvo un
maravilloso guión para hacer con Cary Grant, con el que intentó coincidir en
varias ocasiones (la que más cerca estuvieron fue en Sabrina) que trataba de una aldea de la Edad Media en la que los
varones del pueblo dejaban a las mujeres con el cinturón de castidad puesto
mientras ellos se iban a guerrear. El único varón que quedaba era el
herrero…interpretado por Cary Grant.
Estuvo a punto de
dirigir La lista de Schindler pero
rehusó en el último momento diciendo: “Steven…
¿crees que yo todavía sé cómo piensa la gente?”. Cuando vio la película
dirigida por Spielberg dijo: “Yo hubiera
dirigido la película de otra manera…lo que no sé es si hubiera sido mejor”.
Siempre se dijo que le
gustaba trabajar con tres actores en concreto porque le representaban a él
mismo. Decían que Walter Matthau era como la gente le veía. William Holden era
como a él le gustaría ser. Jack Lemmon era como realmente era. Éste era su
actor favorito del que llegó a decir una vez que “el cielo era trabajar con él”.
Su sentido del humor
era legendario. En cierta ocasión, sus actores tenían que llorar en una escena
y no lo conseguían. Sugirieron que les pusieran lágrimas de glicerina y él
gritó: “¡¡¡Quiero lágrimas de verdad!!!
¡¡¡Como las que corren por las mejillas de los productores de Jean Luc
Godard!!!”
Le pareció
tremendamente ofensivo que Marilyn Monroe acudiera al rodaje de Con faldas y a lo loco con su profesora
de interpretación, Paula Strasberg. Cada vez que Billy decía “¡Corten!”, Marilyn se volvía a Paula
para ver si estaba bien lo que había hecho. En determinado momento, Billy
Wilder gritó “¡Corten!” y luego
añadió: “Si a la señorita Strasberg le
parece bien, claro…”. Desde ese instante, Marilyn no volvió a buscar la
aprobación de Paula Strasberg.
Arthur Miller inició
una campaña contra él porque le echaba la culpa del aborto que tuvo Marilyn
Monroe durante el rodaje de Con faldas y
a lo loco. Wilder, sorprendido, le escribió varios telegramas dándole
cumplida respuesta. En uno de ellos decía que a lo mejor, Marilyn no tenía que
haber aceptado rodar la película si estaba tan delicada, pero que el dinero a
veces es más poderoso que la vida.
En cierta ocasión, fue
invitado a participar en un homenaje que le brindaba el Instituto del Cine de
Alemania del Este. Se proyectó, con su asistencia, El apartamento. Cuando le pidieron que subiera a decir unas
palabras, Billy, con su proverbial agudeza, dijo: “La situación que describe esta película podría haber pasado en
cualquier ciudad. Podría haber pasado en Londres, podría haber pasado en París,
podría haber pasado en Roma…pero nunca podría haber pasado en Berlín Este”.
Ante la audiencia alborozada por las palabras, concluyó: “No podría haber pasado en Berlín Este porque para que un hombre
pudiera prestar su apartamento tendría que haber pedido permiso a las otras
tres familias que convivían con él”. Tuvieron que sacarlo por la puerta de
atrás y pasarlo a toda prisa al Oeste.
Yo creo que Billy
Wilder, sinceramente, era uno de los mejores. Nunca ha habido otro como él y,
me temo, que nunca lo habrá. Ecléctico como pocos, tocó todos los géneros
posibles menos dos: el western,
porque no le gustaba; y el musical, porque le gustaba demasiado y creía que no
era capaz de hacerlo. Saltó de la comedia al drama, del cine bélico al
aventurero, de la crítica social a la comedia feroz, de la melancolía al
romanticismo…y lo hizo siempre bien. También es famosa su anécdota cuando
Sidney Pollack, todo ilusionado, le invitó a ver una proyección privada de su
nueva versión de Sabrina. Al cuarto
de hora de iniciada la película, Billy se volvió a Sidney y le preguntó: “¿Cuántos Oscars tienes?”, Pollack
respondió: “Dos”. Wilder con un leve
asentimiento de cabeza y comprendiendo la diferencia de versiones dijo: “Yo tengo seis”.
Sólo quiero dejaros una
muestra de los diálogos que era capaz de escribir. En esta ocasión con su gran
amigo I.A.L. Diamond.
Y como mosaico, aquí le
tenéis. Uno de los más grandes. Poniendo en práctica su sentido del humor con
Audrey y Bill.
Comentarios
Billy Wilder que estàs en cielo...Amén.
Besos
low
Pues sí, tío Billy era único. Recuerdo que se murió en Viernes Santo, y no puede haber prueba mejor de que tío Billy era Dios.
De Wilder, hay que recordar los grandes clásicos, "El apartamento", "Some like it hot" - lo siento, no me gusta como se tradujo aquí- "Sunset boulevard", "Perdición". Pero también redescubrirle a través de sus títulos "menores" como "En bandeja de plata".
Me gustaría creer en Dios pero sólo creo en Billy Wilder, así que gracias Mr Wilder.
Abrazos con olor a madreselva.
Alguna que otra frase suya deberían ser imprescindibles para una escuela de cine (o de guión). A veces se enseñan cosas que los muy grandes tenían ya dentro. Por ejemplo:
“Un actor entra por la puerta y no tienes nada. Pero si entra por la ventana, ya tienes una situación”
“Al público no hay que dárselo todo masticado, como si fuera tonto. A diferencia de otros directores que dicen que dos y dos son cuatro, Lubitsch dice dos y dos...Y eso es todo. El público saca sus propias conclusiones”
“Lo que hace parecer sus películas (cine europeo) más adultas que las nuestras es que sus diálogos son incompresibles”
“Una vez me preguntaron: ¿Es importante que un director sepa escribir? Y yo respondí: No, pero sí lo es que sepa leer”
“Yo también tengo diez mandamientos, y los nueve primeros son: No aburrirás. El décimo dice: tienes que tener derecho al montaje final de la película”
Probablemente las conocíais pero valía la pena recordarlas...
Una cosa importante, sobre las películas del tio Billy es, o al menos así lo veo yo, su poca artificialidad en cuanto a las imágenes. Intentaré explicarme. Puede ser algo típico del cine clásico, pero lo importante (lo fundamental) en Wilder especialmente es lo que cuenta, no el cómo. Puede que encontremos en su cine alguna escena mítica, pero no por el encuadre o la percepción sino por la propia esencia de la escena.
Fijémonos por ejemplo en el final de Sunset Boulevard, no podría haberse rodado (si se hace bien) de otro modo, no es necesario un picado, una toma cenital, ni un encuadre especial para dar la fuerza a la situación, todo lo que se precisaba contar ya estaba escrito (y magníficamente interpretado, eso si). Wilder no usaba artificios para casi nada, casi todo "Primera Plana" se disfruta en cámara fija, plano general y planos cortos (no recuerdo muchos malabares más)...y de esa forma estás a lo que tienes que estar, a la historia, sin distracciones y sin énfasis visuales. Y si los hay son muy sutiles, Barbra Stanwick bajando las escaleras en "Perdición" plano de sus zapatos y tobillos, cuando se nos había mostrado antes arriba de la escalera descalza y envuelta en una toalla...(es un enfoque que la hace mucho más seductora).
Dicho de otro modo, no es Wells o Hitch que buscaban contar tantas o mas cosas con la imagen que con el guión, en Wilder tenemos todo lo contrario. Para él lo importante es que el público se divirtiera y para eso necesitaba algo interesante que contar.
En fin, lo mismo estoy diciendo una sandez, pero así es como lo veo.
Abrazos a lo loco (o some hot, si preferís)